Breve historia
Cómo seremos de originales que rondando la treintena hemos decidido montar una productora. Espoleados por el amor al cine y los estragos de una alopecia que enseñorea no ya nuestras cabezas, sino nuestra generación, damos el penúltimo volantazo a esta huida hacia delante en la que hemos convertido nuestra miserable vida. Tenemos dos pasiones que, bajo las capas de mediocridad que dan forma al proyecto, laten con fuerza: la fotografía de Néstor Almendros y el Amanecer de Murneau. Somos conscientes de que jamás llegaremos a crear algo parecido, pero el hecho de saberlo (y hacer bandera de ello, de nuestras limitaciones artísticas, técnicas y sobre todo morales) ya nos sitúa por encima de cualquier empresa de la competencia, siempre tan resabidas.
Nos hemos fajado en territorios tan hostiles como periódicos de provincias y televisiones locales, cumplido órdenes absurdas de jefes absurdos, agotado nuestro escaso talento durante jornadas maratonianas en estudios fotográficos alemanes. Pese a todas estas contrariedades y desgracias, que se remontan exclusivamente al día que nos matriculamos en la facultad de Comunicación (hasta entonces nuestra vida había consistido en transitar descalzos por pueblos pequeños y arcadias felices cercanas a Macondo), hemos vuelto, una y otra vez, como posesos, a buscar respuestas, aliento y amparo en el cine, en la literatura y en la música.